En 1992, en plena "cresta
de la ola” del fenómeno del niño, las sequías y los niveles más bajos de los
embalses en la cronología del país, Colombia experimentó la denominada “hora
Gaviria” que incluyó racionamientos de energía, pérdidas económicas multimillonarias
y un inédito cambio horario a nivel nacional.
Por: Felipe Pineda Ruiz* /
Democracia en la Red.
Para finales de ese mismo año,
más precisamente el 15 de diciembre, con bombos y platillos se inauguraba la
hidroeléctrica de El Guavio, la segunda en capacidad energética en Colombia y
que se vaticinaba sería la solución a dicha crisis. Los hechos demostraron ser
más recalcitrantes que la superflua alegría del momento y el desfalco
resultante de la obra salió a la luz pública: Hidro-Guavio se convirtió en uno
de los detrimentos patrimoniales más recordados de la historia por un monto
cercano a los 2000 millones de dólares.
El gerente de la Empresa de
Energía de Bogotá de aquel entonces, el célebremente recordado Fabio Puyo
Vasco, fue condenado a 7 años por aquella garrafal estafa por la cual no pagó
ni un solo segundo de cárcel al huir del país para refugiarse en las siempre
hospitalarias tierras españolas. En 2007, la justicia colombiana desestimó
aquel fallo por prescripción de términos.
Las medidas tomadas de ese
momento en adelante para evitar a futuro nuevos desajustes se
centraron en la implementación del Cargo por Capacidad (que operaba como colchón energético únicamente en temporada de verano) reemplazado posteriormente por el Cargo por Confiabilidad o ingreso de dinero fijo a las empresas generadoras
de energía obtenido de un impuesto pagado por los usuarios en sus facturas.
La intención de dicho
gravamen, que entró en marcha a finales de 2006 (Resolución 071), era solventar
financieramente a los operadores con los recursos necesarios para promover la
expansión del sistema de interconexión eléctrica nacional y con el cual se financiaron parcialmente las principales termoeléctricas que operan en la actualidad. A la fecha, por este
concepto, se han recaudado alrededor de 14 billones de pesos cuya operación contable en detalle se desconoce.
El punto álgido de la matriz
de las crisis energéticas que ha sufrido el país en los últimos 25 años, más
allá del generalizado fenómeno de corrupción que ha caracterizado la construcción de decenas de
termoeléctricas e hidroeléctricas a lo largo y ancho del territorio nacional,
corre por cuenta del error garrafal de haber insistido en una cada vez más
caduca, costosa e ineficiente fórmula: el seguir empecinados en confiar la
seguridad energética nacional a las fuentes no renovables de energía.
Tanto el modelo de generación
basado en hidroeléctricas como en termoeléctricas ha generado para el país
durante su implementación externalidades ambientales superiores a los ingresos
económicos logrados. En 2013, la Corte Constitucional se pronunció a favor de
dicha premisa en la sentencia T-135 al abogar por la necesidad de
encontrar opciones diferentes a las represas, debido a que los costos sociales
y ambientales sobrepasan los beneficios obtenidos[1]
Múltiples estudios a nivel
mundial, entre los que podemos citar los realizados hace poco tiempo por la
Universidad de Oxford denominado ¿deberíamos seguir construyendo más
represas?[2]
y el de International Rivers (IR) titulado “el estado de los ríos del mundo”[3]
ponen el dedo en la llaga sobre los efectos colaterales de las hidroeléctricas
relacionados con la sedimentación del agua, la mortandad de especies que
amenaza la biodiversidad, y el obstáculo para la migración de los peces entre
decenas de otros daños ambientales.
Peter Bosshard, director
ejecutivo de IR, ONG norteamericana dedicada a luchar por la protección de los
ríos y los derechos de quienes viven de ellos hace hincapié en su artículo “10
cosas que usted debe saber sobre las represas” sobre las externalidades
económicas que subyacen de la construcción y que ponen en entredicho la
eficiencia de las hidroeléctricas al señalar "Se estima que unos 2000
mil millones de dólares se han gastado en las represas desde 1950. Debido a
errores de planificación, problemas técnicos y la corrupción, las presas
experimentan demoras promedio de 44% y excesos de costos de un 96%. Tales
excesos las hacen poco rentables”[4].
A la luz de los hechos, y
poniendo en retrospectiva la seguidilla de traspiés que la generación de
energía no renovable ha supuesto para las arcas públicas y para el devenir del
medio ambiente nacional es menester poner en la palestra pública el siguiente
interrogante: con los dineros aportados para la construcción de hidroeléctricas
y termoeléctricas en todos los rincones del país ¿no hubiese sido mejor en su
momento implementar gradualmente un programa de sustitución de energía basado
en Fuentes Renovables no Convencionales (FRNC) financiado con parte de
los recursos del Cargo por Confiabilidad?
Más allá de una tímida mención
a la incorporación de las FRNC en la Ley 1715 de 2014, no existe un plan de
acción para dinamizar la oferta eléctrica con fuentes alternativas como lo son
la solar, la eólica o la biomasa.
Y si de comparaciones se
trata, sin hacer alusión a las estadísticas de países con políticas
consolidadas en la materia como Dinamarca, España, Alemania o las inversiones
multimillonarias del advenedizo China, las tendencias actuales muestran un
desalentador rezago nacional frente a algunos países latinoamericanos que
asignan ingentes cantidades de dinero en este campo como Uruguay (que genera el
56% de su energía en base a las FRNC y destinó 1100 millones de dólares en
2015); Chile (3400 millones) o México (4000 millones) según se desprende de las
cifras presentadas en el reciente informe "Tendencias Mundiales en
inversiones en energías renovables" elaborado en asocio por la Escuela
de Finanzas y Administración de Frankfurt (Alemania) y la compañía británica
Bloomberg New Energy Finance (BNEF) con el auspicio del Programa de las
Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma)[5].
Naciones en desarrollo a miles
de kilómetros de distancia y países de idiosincrasias similares a la nuestra
continúan inyectando flujos de dinero anuales para las FRNC que se miden en
miles de millones de dólares para sustituir el anquilosado modelo energético no
renovable por el auto sostenible renovable. A espaldas de esta insoslayable
realidad, el ministerio de Minas y la UPME hasta ahora proyectan, para este
tipo de iniciativas, valores que no superarán para los próximos 15 años los 600 millones de U$, la misma cifra invertida por Honduras en solo 2015.
El viento
de las energías limpias sopla a favor alrededor del planeta mientras la
incipiente política energética nacional, que hasta hace poco se pavoneaba de
exportar electricidad a sus vecinos y ahora hace lo contrario, continúa al
vaivén de las precipitaciones y las sequías en tiempos donde se empiezan a padecer los agudos
efectos del cambio climático.
Twitter: @pineda0ruiz
* Felipe Pineda Ruiz,Publicista, investigador social, colaborador de la Fundación Democracia Hoy. Miembro de la plataforma política Somos Ciudadanos. Editor de www.democraciaenlared.com
Fuente: http://www.democraciaenlared.com/2016/03/2016-apuntes-y-aportes-para-la-crisis.html
Twitter: @pineda0ruiz
* Felipe Pineda Ruiz,Publicista, investigador social, colaborador de la Fundación Democracia Hoy. Miembro de la plataforma política Somos Ciudadanos. Editor de www.democraciaenlared.com
Fuente: http://www.democraciaenlared.com/2016/03/2016-apuntes-y-aportes-para-la-crisis.html
Notas
[1] Colombia, Corte
Constitucional (2013, marzo), “Sentencia C – 135”, M.P Palacio
Palacio. Fuente: http://bit.ly/MxuDdM
[2] ¿deberíamos seguir construyendo
más represas? Universidad de Oxford, junio de 2014. Fuente: http://bit.ly/1hY9dhm
[3] International Rivers
(2014), el estado de los ríos del mundo. Informe anual, Berkeley (U.S.A).
Fuente: http://bit.ly/1lujuee
[4] Bosshard, Peter. Diez cosas que
usted debe saber sobre las represas. Portal de International Rivers, mayo 27 de
2014. Fuente: http://bit.ly/1LRWJhI
[5] Escuela de Finanzas y
Administración de Frankfurt - Bloomberg New Energy Finance (BNEF).
2016. Tendencias Mundiales en inversiones en energías renovables 2016.
Fuente: http://bit.ly/1RAJA8w
1 comentarios :
Write comentariosCreo -si, un poco salvaje- que la única salvación planetaria pasa por la desaceleración paulatina pero casi total de esto que llamamos con orgullo y pompa "sociedad civilizada". Díganme loco, anarca, hasta estúpido, pero como vamos no hay remedio. Quién dejaría su carro o el ascensor, el plástico, celular y demás? Bueno, esa es la respuesta
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