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La democracia después de la Covid-19.

3:24:00 p.m. Add Comment

La coronavirus-(covid-19)- nos ha llevado a preguntarnos ¿Cuál será el futuro de las sociedades globalizadas si siguen aferrándose a un pasado oscuro? ¿Qué pasará entonces con el planeta y la humanidad? 

Por: Janner Sanjuanelo / Democracia en la Red

Sé que en estos momentos se nos pasean en la cabeza muchísimas preguntas, pero a estas dos que he mencionado inicialmente sería pertinente darles respuesta de forma urgente, debido a que el mundo va en camino a la servidumbre y a la destrucción del planeta. Aunque esto suene apocalíptico.

Sin embargo, para darle respuesta a estas dos preguntas; es necesario recurrir insistentemente a la palabra democracia. La cual sabemos, entre muchas otras cosas; la crisis que tiene en el mundo, y que clásicamente la expresó muy bien el político inglés Winston Churchill: “La democracia es la peor de todas las formas de gobierno, a excepción de todas las demás” (1). Esta expresión denota principalmente por un lado, que hay otras formas de gobierno peor que la democracia y, por el otro lado, crea una desconfianza profunda no solo sobre los gobiernos si no también con la participación y la movilización ciudadana.

De igual modo, históricamente esta desconfianza hacia la democracia, la sociedad civil la ha pagado fuertemente. Más aún cuando se asume efectivamente la palabra democracia, al final se impone el consenso. 

En efecto, esto no significa que con el consenso va a desaparecer el conflicto, por el contrario, es el medio a través del cual se tramita la pacificación de los conflictos. En otras palabras, la democracia nos tiene que llevar a construir consenso entre los pueblos y no a recurrir a la violencia. Pues, la democracia es el valor universal que hemos adquirido a través del proceso de la civilización.


No obstante, no está demás señalar que después del covid-19, no podemos continuar con la democracia neoliberal, ya que ha agravado los conflictos étnicos, la disgregación de los estados-nación en regiones multinacionales, el incremento de las desigualdades y la reducción de las libertades. Esta “difusión de la democracia” (2) no es la que necesitamos, va en contra de la humanidad y del planeta. Esto puede ser “la mejor razón para aprender historia: no para predecir el futuro, sino para desprendernos del pasado e imaginar destinos alternativos” (3).

Ahora bien, para contestar las preguntas mencionadas anteriormente, y por mucho que la democracia esté en crisis, hay que tomar la palabra para crear un mundo posible a favor de la humanidad y del planeta. Asimismo, el gran avance del desarrollo de la ciencia y la tecnología que existe, promueva nuevas fuentes de empleo y no para sustituir la mano de obra por la de robots ni tampoco que sea usada para domesticar y eliminar las emociones de la especie humana. También, la tecnología es clave para reducir el calentamiento global y salvaguardar nuestro planeta. Para eso, además, se requiere cooperar con medidas globales, ya que la covid-19 reafirma sin lugar a duda el mundo globalizado.

Aunque la covid-19 ha profundizado la crisis de la globalización económica, social, y política en el mundo podemos seguir tramitando nuestras diferencias por la vía de la democracia. Y para que funcione es conveniente que sea anti-populista y anti-elitista tal como la experimentó en aquel entonces Estados Unidos para salir de la Guerra Civil de 1861 al 1865, y tanto fue que el francés Alexis de Tocqueville; la llamo la democracia en América.

Notas

(1) Esta expresión fue extraída del texto: Guerra y paz en el siglo XXI, del historiador Eric Hobsbawm, p. 128. Además, el historiador le hace básicamente un cuestionamiento a la democracia liberal.

(2) Expresión es acuñada del historiador Eric Hobsbawm en el texto: Guerra y paz en el siglo XXI. (Buenos aires; Editorial Argentino, 2012).

(3) Yuval Noah Harari. Homo Deus; breve historia del mañana. (Bogotá; Penguin Random House Grupo Editorial, 2016) P. 79.

Se aclara la crisis del coronavirus

7:39:00 a.m. Add Comment

El drama actual es que la enfermedad se está manejando con inexpertos y palos de ciego. Los gobiernos no se comprometen en proyecciones y se inclinan por las opciones que les rinden mayores beneficios políticos. 

Por: Eduardo Sarmiento / El Espectador

En el último siglo se avanzó en cierto consenso sobre las causas y la síntesis de las pandemias. En general se encuentra que la propagación está dada por una expresión de interés compuesto. El virus crece rápidamente al principio y luego desciende hasta desaparecer. Al igual que ocurre con muchos procesos físicos, químicos y económicos, los fenómenos epidemiológicos son de limitada duración.

En las discusiones iniciales sobre el proceso me sentí confiado y optimista de que se había llegado a un consenso sobre la naturaleza científica de la enfermedad. Imaginaba que la curva de la pandemia suministraba en forma simple el proceso de enfermedad y era accesible a los gestores de política. Se disponía de una base científica para diagnosticarla, predecir su evolución y regularla. Ante todo, advertía que se trataba de una patología que crece rápido al principio, y luego genera fuerzas que la moderan y en algún momento la detienen, incluso la reducen.

A poco andar llegó la decepción. La curva del virus se convirtió en una ficción que no se entiende en sus fundamentos y se emplea para los más diversos fines. Se presentaban dos discrepancias respecto a la validez de la curva de la epidemia. Un amplio grupo, basado en la alta tasa de crecimiento mundial (33 %), en febrero anticipaba que las personas infectadas se duplicaban cada tres días y que en pocos meses más de la mitad de la población estaría infectada. Se decía que cada persona podía contagiar a tres. La otra discrepancia planteaba cambiar la curva para anticipar la caída con acciones orientadas a recortar el número absoluto de contaminados.

La información de marzo y abril controvierten la primera hipótesis. El crecimiento mundial del virus cayó de 33 % a 10 % y el nivel se encuentra cerca de 450.000. Tampoco se cumplió la segunda hipótesis. Las acciones para reducir el nivel absoluto del virus en EE. UU. y en América Latina se contrarrestó con creces por el aumento de la tasa de crecimiento. El quiebre de la curva mediante la anticipación de la caída se consigue a cambio de aumentar la pendiente. En el momento actual Colombia se encuentra en un punto en que el nivel del virus se duplica cada cuatro días y pronto llegará a 2.000 portadores.

Por fortuna, los hechos confirman la validez de la curva de pandemia, y en las últimas semanas se observa su aplicación correcta en los países que la sintieron con mayor anticipación e intensidad. En China, Corea y Singapur se entró en la fase decreciente en que el número de infectados desciende. En Italia y España las tasas de crecimiento disminuyen.

El drama actual es que la enfermedad se está manejando con inexpertos y palos de ciego. Los gobiernos no se comprometen en proyecciones y se inclinan por las opciones que les rinden mayores beneficios políticos. En el fondo se considera que estamos ante un mal que se desconoce en sus causas y manifestaciones. En todas partes la principal falla está en la carencia de estructuras hospitalarias para separar y tratar a los pacientes que adquieren el virus.

El mejor seguro es que la enfermedad se autorregula y puede ser reforzada con acciones de política. Las proyecciones apocalípticas fallaron y cada vez es más evidente que la realidad está determinada por la curva de la pandemia. La enfermedad crece al principio, y luego su propia naturaleza y las acciones bien concebidas de los gobiernos conducen a su terminación. El mayor margen de maniobra para llegar a este final está en la aplicación de acciones de salud para separar y tratar en hospitales a las personas contaminadas o cercanas. La duda es sobre la confinación total, porque afecta en forma incierta la tasa de crecimiento del virus y tiene enormes costos económicos.

La nueva ola de la izquierda mundial y la insurrección ciudadana.

5:37:00 a.m. Add Comment

La tecnología y las redes sociales permitirían la articulación de una cadena de equivalencias del orden mundial teniendo como punto de referencia la lucha por el cambio climático como idea reguladora para concebir la noción de Lukács de totalidad  de lo real reinventada, no como relación de fuerza -contradicción- entre dos clases, sino entre la humanidad y la extinción.

Por: Hector Valencia / Venga le Cuento

En los últimos años hemos visto, sin duda, una serie de eventos que han hecho repensar el campo de lo político, y cuyo origen se debe no solo a la inconformidad mundial frente a las formas de gobierno que no parecen satisfacer los intereses de los ciudadanos, sino también gracias a un claro desplazamiento en el debate ideológico al interior de los movimientos de izquierda. 

Dicho desplazamiento se gestó antes de la caída la URSS, se desarrolló tras su caída y se manifestó a lo largo de  las crisis capitalistas de los años recientes. Tras haber ganado la lucha ideológica frente al comunismo y el fascismo, el liberalismo parecía ser el único paradigma político frente al cual no había ninguna opción. Sin embargo, dicho liberalismo tenía una forma pervertida que se escondía tras su fachada liberal y defensa de las libertades individuales. Es decir, la noción de homo oeconomicus funcionaba de fachada perfecta, y cuya característica reside en pensar el hombre como sujeto “libre” en la medida que vende y compra productos en virtud a necesidades. Esta fachada pervertida era el neoliberalismo. 

Se primó la libertad del homo oeconomicus y se desdeñó las reivindicaciones igualitarias -soberanía popular y participación democrática- a través de mecanismo ideológicos tales como el “populismo”, pensamiento subversivo o “comunismo trasnochado”. La tensión entre libertad e igualdad se inclinó hacia la libertad, pero ésta disfrazada y concebida desde la lógica del mercado y no en su sentido moderno -tradición liberal-. 

Dicho vacío en el horizonte interpretativo además de la perdida de imaginario reivindicando luchas por la igualdad constituyó una serie de impedimentos a la hora de concebir una alternativa política. A pesar de la hegemonía del paradigma neoliberal, fue el conjunto de revoluciones democráticas en Suramérica lo que configuró un nuevo imaginario político, el cual trataba de llenar el vacío de dicha falta de horizonte y combatir el neoliberalismo que se escondía tras el liberalismo, reinventando el imaginario de igualdad y soberanía popular. 

En este sentido, el paradigma neoliberal del norte iniciado por Reagan y Thatcher fue contestado por un paradigma con reivindicaciones igualitarias y de soberanía popular en el sur. Fue esta nueva ola progresista en Suramérica la que avivó las luchas por la igualdad en un ambiente hegemonizado por el paradigma neoliberal en el norte.

En este contexto, al interior de los movimientos y partidos de izquierda se ha venido gestando un debate, el cual gira entorno a superar, por un lado, viejas formas de construir lo político propias del marxismo y, por otro lado, poder analizar las nuevas formas de la cultura y las relaciones humanas que se han venido construyendo tras la globalización y la explosión tecnológica. 

Este nuevo paradigma de pensamiento suele ser llamado postmarxismo. Así pues, el desplazamiento ideológico se configura a la hora de comprender la identidad de los sujetos políticos en un mundo globalizado y líquido en donde el mercado tiene más poder que los estados y la tecnología domina todas las esferas del sujeto.

La identidad y el sentimiento de pertenencia a un grupo obedece, sin duda, a una serie de valores culturales, interpretación histórica e intereses particulares individuales o colectivos. El paradigma marxista concebía la identidad de los sujetos políticos bajo la óptica de la lucha de clases.. El imaginario marxista giraba en torno a la comprensión de lo político bajo la óptica de los intereses de la clase obrera constituida como clase universal, cuya tarea histórica era la superación de la explotación ejercida por la burguesía. Dicha tarea se llevaría a cabo gracia a la interpretación de las leyes objetivas de la historia, las cuales, al reconocer su lógica interna, causaría, necesariamente, la revolución y la eclosión del fin del modo de producción capitalista. 

Esta interpretación estaba en manos de una élite intelectual, la cual era representada por un grupo de personas capaces de comprender la realidad social y su génesis histórica. En términos prácticos, era el partido el único órgano el que podía trazar las líneas de trabajo y acción de la militancia. El órgano histórico que constituyó dicha élite era el Komitern al cual se subordinaban todos los partidos comunistas del mundo. 

Esta relación vertical entre quienes interpretaban las leyes objetivas de la historia -vanguardia- y quienes encarnaban el proletariado buscaba constituir un sujeto político que tomara conciencia de su lugar en la historia y pudiera a través de dicha conciencia de clase organizarse y lograr la revolución y, por tanto, la emancipación. En suma, la identidad del proletario y el hecho de concebir las relaciones de poder como relaciones de fuerza entre una clase explotadora y explotada constituyó por muchos años el paradigma de la izquierda.

Ahora bien, el desplazamiento que realizó consistió en repensar, por un lado, la noción de poder -french theory- y, por otro lado, la noción de identidad de los sujetos políticos. Estas nuevas interpretaciones consiguieron pensar el accionar político bajo un nuevo horizonte en donde los sujetos políticos estaban constituidos por múltiples identidades las cuales expresaban intereses diferentes. Es decir, ya no existía solo una clase con un conjunto de intereses asociados a la condición obrera, sino múltiples “clases” con diferentes intereses. 

Dicha disociación entre clase e identidad provocó concebir e interpretar los dispositivos de poder no solamente como una relación de fuerza entre dos clases, una explotadora y otra explotada, sino también como dispositivos de poder que operan de múltiples formas, ya sea en la familia, en el Estado, el colegio, la fábrica, el ejército o la iglesia. En otras palabras, el alumno que buscaba luchar contra las prácticas racistas de su profesora, el empleado que sentía exclusión por su condición de homosexual, el soldado que no podía contestar a prácticas fascistas, el creyente que no podía responder frente a los mandatos éticos y morales reaccionarios, el estudiante que pensaba que la clase de historia era supremamente eurocéntrica.  

En este sentido, la construcción de lo político no conseguía articularse bajo una relación vertical frente a un partido-militancia, burguesía-proletariado, sino que la articulación política obedecía, más bien, a una cadena de equivalencias horizontales, las cuales configuraban un abanico de intereses que se entrecruzaban los unos a los otros. Por ejemplo según Miguel Sanz Alcántara en su artículo La influencia de Laclau y Mouffe en Podemos: hegemonía sin revolución, “Laclau y Mouffe asumen este planteamiento y llevan al extremo el concepto de “autonomización”: las relaciones sociales no forman parte de un sistema unitario en lo económico y lo político, sino de un campo entrecruzado de antagonismos que pueden o no relacionarse pero que requiere la autonomización de las esferas de lucha: “no hay, por ejemplo, vínculos necesarios entre antisexismo y anticapitalismo […]. Sólo es posible construir esta articulación a partir de luchas separadas, que sólo ejercen sus efectos equivalenciales y sobredeterminantes en ciertas esferas de lo social”[1] 

Al entrecruzar los diferentes intereses de una multiplicidad de sujetos políticos se articula la lucha y reivindicaciones políticas entorno a causas de manera tal que se lograría construir un nuevo bloque histórico encadenando identidades obreras, estudiantiles, étnicas, sexuales, campesinas o sindicales con causas medio ambientales, feministas, antirracistas o anticapitalistas. Por ello, la articulación de diferentes intereses entorno a causas de unan índole variada generó la emergencia de nuevos movimientos y partidos que obedecían a nuevos patrones culturales, políticos y económicos. 

La relación horizontal de articulación de las cadenas de equivalencia se fundió con una relación vertical al llevar a cabo  la conquista del poder por vías democráticas, lo cual generó un nuevo bloque histórico el cual está siendo amenazado por la restauración neoliberal. Dicha amenaza se fraguó debido a una contradicción en la relación vertical y la necesidad de realizar consensos con otros tipos de identidades y reivindicaciones, reaccionarias, por ejemplo.. Este problema amerita otro análisis.

De esta manera, la nueva articulación de lo político bajo el nuevo desplazamiento ideológico puede configurar uno de los horizontes u líneas ideológicas del siglo XXI en donde, claramente, el comunismo, liberalismo y fascismo no serán las ideologías reinantes, sino la emergencia de nuevas formas de concebir lo político harán su entrada en escena.  El siglo XXI apenas se está asomando frente a nuestros ojos y no sabemos los retos que nos depara. 

La tecnología y las redes sociales permitirían la articulación de una cadena de equivalencias del orden mundial teniendo como punto de referencia la lucha por el cambio climático como idea reguladora para concebir la noción de Lukács de totalidad  de lo real reinventada, no como relación de fuerza -contradicción- entre dos clases, sino entre la humanidad y la extinción. Dicha contradicción propia de nuestra época puede impulsar e revitalizar las luchas internacionalistas.  La siguiente traducción se inscriben en dicho horizonte.

Subalternos, firmes con la paz democrática.

11:04:00 a.m. Add Comment

Los acuerdos y su reglamentación no pueden quedar limitados a la voluntad de los congresistas, quienes en el mejor de los casos dicen los expertos, son “el constituyente derivado”. Y van a recibir el fuego de la calle, aupado por la reacción, herida por tomar en cuenta su interés de excluir a los subalternos insurgentes, convertidos dentro de poco en congresistas.

Por: Miguel Ángel Herrera Zgaib / Semanario Caja de Herramientas

“Es un mejor acuerdo”. José Miguel Vivanco, HRW.

“El mando no contagia responsabilidades inmediatamente”. Luis Carlos Villegas, Mindefensa

“Reconozco que este nuevo acuerdo es mejor que el que firmamos en Cartagena”. J.M. Santos, discurso en la firma del acuerdo final con las Farc-EP.

El jueves 24, por fin, se desenredó la “pita” de la paz en Colombia, que han mareado de un lado y otro, con respecto a los intereses de las diversas paces en disputa, dos en particular, la paz reaccionaria y la neoliberal, agazapadas y ocultas tras los desalentadores pero reveladores resultados del voto plebiscitario del pasado 2 de octubre.

Los que fueron invitados al remodelado y restaurado Teatro Cristóbal Colón, cuyo telón de Bogotá tenía como destino final a su homónimo de Buenos Aires, alojó en el proscenio a los equipos negociadores, y a sus capitanes respectivos. El presidente Juan Manuel, y Rodrigo Londoño, un citadino, y un campirano, quienes, firmaron, el uno con la mano izquierda, y el otro con la derecha, el acuerdo final, libro que recibió en custodia inmediata, Mauricio Lizcano, el actual presidente del Congreso.

En la otra orilla, por fuera del recinto, estuvo la bancada del Centro Democrático – CD, dirigida por el senador expresidente. Ya dos de sus senadores, Paloma Valencia y Daniel Cabrales, anuncian que convocarán a un referéndum, porque lo firmado “no representa la voluntad del pueblo”. El CD y sus aliados, sin embargo, tendrán que sortear el obstáculo de las mayorías del actual Congreso, que conforman la “Alianza por la paz”, que podrán impedir su trámite. Lo cierto es que el expresidente parece querer probar la suerte democrática de nuevo, ya que en el otro referéndum ésta no lo favoreció sino en uno de sus puntos.

El Congreso enseguida se dedicará a tramitar, con las disidencias conocidas, que no pueden impedirlo. 10 leyes y reformas constitucionales, siendo la primera la ley de amnistía, y la enmienda que dará paso a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que le saca roncha a la reacción liberal, conservadora y francamente reaccionaria.

Con un tremendo lunar, ese sí, denunciado al inicio por el entusiasta jurista chileno, José Miguel Vivanco, quien denunció como se garantizó la impunidad de altos mandos militares y policías, por sus actuaciones en el genocidio de más de 3.000 colombianos que fueron blanco letal de los tristemente conocidos como “falsos positivos”.

El trámite está por validarse en el tan esperado pronunciamiento de la Corte Constitucional que se mueve a marchas forzadas entre la selva de demandas de inexequibilidad contra el plebiscito. En particular, ella dirá si el fast track para estos proyectos que reglamentan el acuerdo de paz, es válido, y entonces el trámite ganará 6 meses; o tendrán los congresistas de la coalición para tramitar los proyectos ajustarse al trámite ordinario, esto es, 4 debates para las leyes, 8 para las reformas constitucionales.

Recordemos y sigamos

“Colombia dará un salto enorme si todas las discusiones, por más vehementes que sean, se dan en el recinto del Congreso con ‘la palabra’ y ‘no a tiros en el monte’”. Ángela María Robledo, representante de los Verdes, ET, 25711/16, p. 2.

“…por responsabilidad política con muchos ciudadanos buscaremos un mecanismo de participación ciudadana para honrar la defensa de los puntos que el Gobierno no quiso aceptar”. Álvaro Uribe Vélez, al intervenir ante el Congreso, 24/11/16.

El plebiscito es un mecanismo que tiene el presidente en Colombia, para buscar el pronunciamiento de los gobernados, y como lo recordó la Corte Constitucional, sólo lo obligaba a él, políticamente.

Al respecto había escrito el administrativista Jaime Castro, quien también hace sus “pinitos” en materias constitucionales por estas calendas, sobre todo desde el fallecimiento de Alfonso López Michelsen, uno de sus maestros, forjado en parte en el claustro del Rosario, y en la U. de Chile.

Castro se la ha pasado dando mandobles a diestra y siniestra, y a la fecha le queda también seguir al lado de Uribe, Ordoñez, Pastrana para librar la batalla jurídica final. Tendrán que acudir a la participación, y prepararse para la elección presidencial futura.

El CD y su coalición centrarán su campaña en la traición a la patria, de la “Alianza” para enfrentarse al “campeón” de la causa de la paz a medias, que parece será Germán Vargas Lleras. Me refiero a la paz firmada con las Farc-EP, porque queda aún pendiente el proceso de paz con el ELN, quien exige la liberación de dos de sus militantes, a cambio del funcionario civil del Chocó, que mantienen retenido en espera del canje de 2X1. Así que el proceso sigue interrumpido.

La fórmula presidencial del plebiscito se murió por 53 mil y un “puchín” de votos. Era un resultado que se venía anticipado desde el mes de agosto, cuando un informe de la revista Semana lo puso de presente con una famosa encuesta de Ipsos que ellos contrataron con la participación de la conservadora RCN. Es decir, fue una encuesta frente nacionalista (Ver la edición 1788 de Semana, 7-14 de agosto de 2016).

Aquella vez la cifra registrada fue elocuente: 50% votaría No, y 39%, Sí. En junio del mismo año, la cifra se invertía, así: 56% Sí, 39%, No. Y para agosto, en forma notable, la cifra de los que no sabía pasaba del 5% al 11 %. Es decir, que entre junio y agosto, hubo una variación porcentual notable en la percepción de la población encuestada.

La revista Semana, hija consentida del bipartidismo, en clave lopista, le jalaba las orejas al presidente, recordándole que la campaña del No, presidida por Uribe y asociados le llevaba 3 meses de ventaja; y de este lado, de la paz neoliberal, apenas a la fecha arrancaba la campaña, porque dizque el presidente estaba a la espera de qué diría la Corte.

Y, con respecto a la izquierda, el comentario era que hacía un mes se había “pellizcado” para cumplir con cierto desgano la tarea de hacer pedagogía para el voto sí. Y las Farc-EP, como se sabe, burdamente, aceptaban estar maniatadas para actuar en favor de su causa, Alegando que de ser así, estarían haciendo política con armas. ¿Qué tal?

Ahora, qué ¿sigue?

“Al final de ese debate los citantes deben presentar una `proposición concluyente´ mediante la cual se les preguntará a los congresistas si avalan o no el acuerdo”. Mauricio Lizcano, presidente del Senado, ET, 24/11/16, p. 3.

No más firmas ni oropeles. El nuevo acuerdo de paz, pasó en algo menos de dos meses, de la tragedia a la comedia, no a la farsa. Porque de la primera versión firmada con lujo de detalles y comitivas en Cartagena, ardiente, caribeña y heroica, se pasó a Bogotá, gélida, pacata y tragicómica desde los tiempos de inicios de la independencia, entonces rescatada al caer la tarde del 20 de julio de 1810, por José María Carbonell y los alebrestados patriotas, arremolinados en San Victorino.

El viernes después de las 11.30 am., se firmó con sendos discursos pronunciados por ambas partes, el nuevo acuerdo reformado entre insurgencia subalterna y gobierno. Y al que se hicieron un sinnúmero de reparos, una buena parte de los cuales tuvieron cabida. Al otro lado de la calle está el Palacio de San Carlos, y la plaqueta que recuerda la huida del Libertador de allí para salvar su vida, cuando fuera objeto de una conspiración para matarlo.

Aquí, en el acto protocolario estuvieron 750 asistentes, y mirones en el remodelado Teatro Colón. Los últimos se ubicaron en el palomar y de pronto en pasillos y hall. Antes figuraron en Cartagena 2500 invitados, por supuesto, más el atractivo tradicional de la Ciudad amurallada y el provocativo mar Caribe, lejos de Marbella, claro está.

Esta vez la paz pasó a ser protagónica en otro recinto de elites, que recuerda el poder colonial, y la memoria de un marino italiano al servicio de la corona española. Entonces señora de los mares, en disputa, eso sí, con su vecina y rebelde Portugal.

No fue la ceremonia en la quinta de Bolívar, donde él y su esposa habitaron sometido a los fríos vientos de la cordillera Oriental, que encajonados obran como cuchillos en el cuerpo de aquellos célebres ocupantes.

De allí se extrajo simbólicamente la espada de Bolívar por un intrépido y espectacular acto político de un comando del M-19, una modalidad dizque importada de publicistas de izquierda franceses. Aquí y ahora, la publicidad del acto parece de antemano opacada por los alaridos y estridencias del no, que reclaman la democracia del voto.

La proclama de la paz fue asunto de elites esta vez, por lo que tampoco se pensó en hacerlo en la contigua Plaza de Bolívar, donde la gente hubiera podido acudir, por miles, y libremente. Estuvieron unos cuantos cientos, ubicados a mitad de plaza, satisfaciendo su curiosidad mirando gigantescas pantallas, y pare de contar.

Allí se confundían con los más de 200 jóvenes quienes hicieron su plantón por la paz, hasta que fueron desalojados de madrugada por un escuadrón del Esmad, dispuesto por el alcalde mayor, quien dice ser un entusiasta de la democracia. Ellos dicen, los jóvenes rebeldes, que harán monitoria al cumplimento del acuerdo. En lugar de desplegar una iniciativa que reanime el movimiento pro-Constituyente. Estas son palabras mayores, y la Navidad está cerca para todos.

Sí tendrán que enfrentar en las calles a quienes se oponen a la refrendación, cuando la reglamentación transcurra por los pasillos del congreso; uno de los poderes constituidos, donde ellos saben que serán molidos por la misma gente que habita regularmente las cámaras de las que son parte.

Hoy el CD los censura y señala, pero animó y hasta aplaudía cuando hubo la vergonzosa y delatora recepción de los tres criminales paramilitares, Báez, Mancuso e Isaza, aquel 28 de julio de 2004, ante miles de víctimas estupefactas, y uno que otro correligionario de Uribe, que decidió partir cobijas y abandonar esa deshonrosa travesía.

¿Para cuándo Constituyente y paz democrática?

“Extendemos nuestro saludo a Donald Trump…y aspiramos a que su gobierno pueda jugar un destacado papel en beneficio de la paz mundial”. Timochenko, a la firma de la paz con el gobierno Santos.

En el acto del Colón quedó constancia de la última rebeldía pública de las Farc-EP, sin armas, contra el establecimiento liberal conservador, con el que gobierna Santos, y su aliado el demócrata Obama, ambos derrotados, pero en cabeza de uno de los dos poderes.

Esta es la audacia verbal de Rodrigo Londoño, cuando saludó en su discurso al nuevo presidente de la República Imperial, que tiene embolatados en el Congreso dominado por los republicanos $400 millones de dólares para la paz, no para la guerra colombiana, a la que asistieron antes con tanta diligencia, e inocultable provecho económico.

Quedó probado hasta la saciedad que el mecanismo de refrendación de la paz, más acorde con las circunstancias y la reivindicación social de la paz subalterna era la constituyente con el apellido social con que nosotros la seguimos publicitando. Y que el asunto no era problema de tiempo. Basta hacer las cuentas que ya llevamos con el dizque trámite rápido del plebiscito.

Otra cosa se ventilaba en el fondo, el temor a la democracia sin cortapisas, a pesar de todas las triquiñuelas y señuelos que se le tienden, con falsas argumentaciones y emoticones, donde temor, miedo y desesperanza fueron los adminículos más socorridos.

Bastaría con repasar la entrevista que Semana le hizo al chileno Eugenio Tironi, uno de los directores de la campaña que derrotó el Sí que favorecía la reelección del dictador Augusto Pinochet en 1988. Allí triunfó el No, como se sabe, contra la autocracia sanguinaria, enfrentado a la esperanza y la alegría. Lo que no hicieron los partidarios del Sí, en Colombia, bajo la guía de Santos.

En verdad, Santos, jugador no certificado de póker, jugó políticamente, en todo caso, maniatadas las Farc-EP, y embobada la izquierda y la democracia. ¿Por qué? Haciendo efectiva esta máxima, “con cara gano yo, con sello pierde usted”. Pero, en política no hay verdades definitivas y eternas. Que lo diga el propio Niccolo Machiavelli.

Ahora, para el tiempo de la implementación de los acuerdos, vuelve a jugar la paz subalterna. Ella tiene que ser democrática, esto es, abarcar a todos, para disputarle la hegemonía al bloque de poder reforzado por la “Alianza para la paz”.

Los acuerdos y su reglamentación no pueden quedar limitados a la voluntad de los congresistas, quienes en el mejor de los casos dicen los expertos, son “el constituyente derivado”. Y van a recibir el fuego de la calle, aupado por la reacción, herida por tomar en cuenta su interés de excluir a los subalternos insurgentes, convertidos dentro de poco en congresistas.

La jugada de verdad de los de abajo es con la constituyente, pero con dientes; esto es una social, armada de lo dicho y no cumplido en el art. 13 de la Constitución vigente. Porque es el tiempo demandar la igualdad real y efectiva, sin el chantaje y la intimidación de las armas, y el terrorismo de estado y paramilitar, como se estilaba desde hace más de 50 años.

Una de sus pruebas más recientes ha sido la condena al general Miguel Maza Márquez, por ser copartícipe en el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán Sarmiento; y uno de los baldones del nuevo acuerdo es ponerle cortapisas al juzgamiento de los altos mandos por estar involucrados en la guerra sucia, que produjo más de 3000 víctimas, antes contra la UP, y después contra civiles indefensos, con el genocidio de los “falsos positivos”.

Invitamos a las Escuelas Autónomas que se hagan presentes en esa tarea inminente, en esta cita, en procura de la autonomía integral de los subalternos que puede tardar siglos, pero que se construye paso a paso, avanzar, jóvenes y subalternos de todas las raleas, como decía Machado y Serrat con otros propósitos. La música de la paz tocada en el Colón tiene que pasar por los acordes de las culturas subalternas y su iniciativa constituyente/destituyente.

Donald Trump, ¿populista?

7:30:00 a.m. Add Comment

Es probable que medios y analistas estén confundiendo de forma interesada 'estilo', ideas superficiales, gestos, mohínes y humor negro con política, con contenidos.

Por: Alpher Rojas / El Tiempo.

A propósito del estilo excéntrico de su campaña presidencial y la victoria como outsider de la política en Estados Unidos, un poco al margen de la disciplina partidista (radicalizó las líneas ideológicas republicanas hasta avecindarlas con el neofascismo, por lo cual recibió felicitaciones de la extrema derecha europea, Netanyahu y Uribe Vélez), diversos medios y no pocos analistas han dado en la flor de considerar al nuevo presidente –el pintoresco ultramillonario Donald Trump– como “un fenómeno populista”.

Trump ha movilizado mayoritariamente a sus compatriotas con un discurso incendiario, xenófobo y machista que pronto le ganó eficacia simbólica, “sin el apoyo de los grandes referentes del Grand Old Party”. Se apartó de la ortodoxia formalista y aplicó un lenguaje destructivo contra su frágil adversaria, la demócrata Hillary Clinton. La audacia de su mensaje le confirió autenticidad a ojos del sector más decepcionado del electorado de la derecha.

El equívoco y gratuito señalamiento de ‘populista’ no tiene nada de novedoso en el hemisferio occidental. Particularmente con la llegada de fuerzas alternativas democráticas en los años 70 y en el marco de la crisis de la deuda, tras la feroz represión de las dictaduras militares en América Latina y su distanciamiento de Estados Unidos, del FMI y del Banco Mundial, la expresión ‘populista’ se tornó en una especie de acusación moral lanzada para desacreditar a cualquier política o adversario, buscando asociarlo así con algo ilegal, corrupto, autoritario, demagógico, vulgar o peligroso.

Es un concepto gratuitamente estigmatizado de superficialidad por los ‘establishment neoliberales’, contra las tendencias democráticas que buscan canalizar institucionalmente la incorporación de las masas a la vida política. Así, les niegan viabilidad a los movimientos transformadores sin necesidad de asumir un debate serio de ideas y programas (como en Colombia con la muletilla del ‘castrochavismo’ instrumentalizada por la ultraderecha uribista contra el proceso de paz). Desde luego, tal estigma está desprovisto de cientificidad y hasta ahora no ha habido sustento filosófico serio para concederle estatus teórico a esa tacha.

En el caso de Trump, la interesada calificación corresponde a una asociación perversa formulada no para desacreditar la orientación política del magnate, sino para arrojar sombras sobre las nuevas corrientes sociales que claman por ingresar a la institucionalidad política e insubordinarse contra los rígidos preceptos de la tecnocracia neoliberal. Así, el adjetivo ‘populista’ parece poco más que un azote que busca dar credibilidad conceptual a nociones más antiguas y menos sofisticadas, como ‘demagogia’, ‘autoritarismo’ o ‘nacionalismo’. Pero no alcanza a ennoblecer la línea política de Trump.

Siguiendo al influyente filósofo político Ernesto Laclau, advertimos que la palabra ‘populista’ se utiliza con frecuencia simplemente para desacreditar ciertas ideas o decisiones de política económica heterodoxas, asociando a las personas o Gobiernos que las llevan adelante con cosas desagradables como el nazismo o la xenofobia. En todos los casos, el término entraña una connotación negativa. Habitualmente, cuando se habla de populismo se hace referencia a un tipo de gobierno asistencialista, demagógico, de inspiración nacional, que gasta más de lo que tiene y que pasa por sobre las instituciones y la ley amparado en la fuerza que le da el apoyo de esa entidad supraindividual llamada pueblo.

Es probable que en el caso concreto de Trump, medios y analistas estén confundiendo de forma interesada ‘estilo’, ideas superficiales, gestos, mohínes y, aun, humor negro con política, con contenidos. Y aunque formulaciones que se apartan de las líneas programáticas del republicanismo, como su propuesta antiglobalización o su contradicción con los tratados de libre comercio, puedan aparecer como ’referentes populistas’, ellas se contrarrestan con su recalcitrante racismo, sus políticas antiinmigratorias y la amenaza de deportar a millones de indocumentados, así como por el desvanecimiento de su temple en la medida en que avanza su negociación con los poderes duros del establishment republicano y se acerca la ceremonia de su investidura como presidente.

S.O.S por la vida y el territorio: los peligros de la extracción petrolera en la provincia de Sugamuxi.

8:09:00 p.m. 2 Comments

Después de reflexionar seriamente al respecto es necesario plantearnos la siguiente pregunta ¿Que le ha dejado la actividad petrolera a la Provincia de Sugamuxi?

Por: Dianna Camila Dávila / Democracia en la Red.

Mucho se ha comentado sobre la suspensión de la audiencia pública del 29 de septiembre, a realizarse en el municipio de Pesca (Boyacá). El encuentro, tenía como objetivo socializar la intención de la multinacional francesa Maurel & Prom de explorar y explotar petróleo en inmediaciones de la Laguna de Tota. Finalmente esta fue aplazada para el domingo 6 de noviembre.

La misma empresa transnacional en cuestión lleva más de cinco años intentando extraer crudo del suelo de la Provincia de Sugamuxi. En 2011, Maurel & Prom, anunció la puesta en marcha del proyecto, mal llamado Muisca 3D, que pretendía sacar petróleo de 6 municipios de la región. En alianza con la Compañía Geofísica Latinoamericana, CGL, en su momento socializaron ante las comunidades de Cuítiva, Tota, Pesca, Firavitoba, Iza y Sogamoso un engañoso proyecto de sísmica y extracción petrolera, que atenta gravemente contra la zona adyacente a la cuenca del Lago de Tota.

El peligro latente para la región, y para el futuro de una de las lagunas más emblemáticas del país, en palabras de Oscar Vanegas, ingeniero de petróleos y docente de la Universidad Industrial de Santander es evidente. El mismo Vanegas advierte, en entrevista reciente al respecto lo siguiente: “no podemos arriesgar un ecosistema tan frágil como este porque según el mismo Ideam, la zona más débil con el cambio climático es Boyacá y casi toda la cordillera oriental, los páramos no son capaces de adaptarse a este cambio y va a haber menor lluviosidad y está propensa a que el cambio climático la convierta en un desierto por lo que no se puede permitir que esta zona sea explotada”.[1] 

A un centenar de kilómetros de la Provincia de Sugamuxi, en el Departamento de Casanare, permanecen vivas las imágenes, en la retina de miles de compatriotas, del agotamiento de las fuentes hídricas que ese territorio experimentó producto de la extracción de petróleos con la técnica de fractura hidráulica o fracking , la cual requiere de ingentes cantidades de agua para la exploración y explotación. 

Los daños ambientales de este método para Casanare, no solo significaron la extinción del agua subterránea, el desecamiento de lagos y ríos sino la muerte de miles de aves, babillas, chigüiros, vacas y peces.

Estas externalidades ambientales se repiten a lo largo y ancho del territorio nacional; los proyectos de Cerrejón en la Guajira; de La Colosa en el departamento del Tolima; Camaranta y Marmato (Caldas); Cerromatoso (Córdoba) y la intención de explotar oro a cielo abierto en el páramo Santurban (Norte de Santander) son algunos de los ejemplos que reflejan como la degradación ambiental y social que el extractivismo trae consigo es más preponderante que los réditos económicos que esta actividad trae para las finanzas nacionales.

La minería y la extracción de hidrocarburos es una actividad que produce millones de dólares en dividendos para las compañías multinacionales que la llevan a cabo. Y es precisamente su connotación de lucro o interés particular, por encima de cualquier contemplación moral y ética, la que termina convirtiendo a esta actividad en antagonista del interés y bienestar de las comunidades y de la suerte del país en general.

Lo inverosímil del caso es que dichas empresas terminan pagando impuestos casi nulos al fisco nacional; evaden gravámenes; transfieren miles de millones de dólares sin ningún control tributario; desplazan comunidades; amenazan líderes que se oponen a los proyectos minero-energéticos en las regiones, hasta llegar al punto en que dichas advertencias se han traducido en asesinatos.

Boyacá no es la excepción a la regla ya que sufre de manera agresiva los efectos devastadores de la minería y los hidrocarburos. El enfrentamiento de las comunidades con los proyectos extractivitas se han agudizado y multiplicado en los últimos 10 años.

El departamento es percibido en el imaginario colectivo nacional como una región pacífica, colmada de verdes paisajes, con una cultura y raíces bastante intrincadas y ancestrales que se caracteriza por el peso superlativo de la agricultura en la economía departamental. Mientras el agro representa el 13,9% del PIB boyacense, en el orden nacional esta cifra solo alcanza un 5,8%.

La gran cantidad de páramos que se extienden por todo el departamento la convierte en una de las regiones, sino la más prolífica del país, que más cuencas hidrográficas abastece. Por citar algunas podemos enumerar las de los Ríos Magdalena, Suarez, Chicamocha, Arauca y Meta.

Y después de reflexionar seriamente al respecto es necesario plantearnos la siguiente pregunta ¿Que nos ha dejado esta actividad petrolera?

En el caso del ecosistema que rodea el Lago de Tota, este ha visto como 210 cuerpos de agua han desaparecido debido a las actividades de sísmica iniciales realizadas por la empresa Maurel & Prom. En palabras de la misma compañía se develan más facilmente sus verdaderas intenciones: “sea como sea, vamos a hacer la explotación asi se violen los derechos de las comunidades”..

El ejemplo del municipio de Pesca es escabroso: la actividad de Maurel & Prom desplazará aproximadamente a 7000 habitantes del municipio y de las dos veredas de la población de Tota. De las 21 veredas de Pesca, 15 estarán expuestas a la exploración y explotación petrolera, salvándose solamente 6.

Daisy y Romero, dos de las once veredas del municipio de Tota, han venido siendo invadidas por la multinacional. En su territorio esta compañía ha venido comprando terrenos de forma vertiginosa. Casualmente estas son las dos zonas más montañosas de la región, bordeando la línea de páramo. Su paisaje, sus recuerdos y su memoria ancestral, de persistir esta dinámica depredadora, solo quedará consignada en fotos, que el tiempo se encargará fríamente de borrar.

El comienzo de esta “mentiro-sísmica” data de 5 años atrás, cuando los ingenieros engañaban a las comunidades diciéndoles “estos son unos aparaticos que no les van a afectar”.

El tiempo se encargó de corroborar de que dichos “aparaticos”, en realidad detonadores, con su cableado respectivo, si han afectado la vida de las comunidades. Se han tomado denuncias que demuestran que tiempo después de haber sido instalados, los habitantes se vieron perturbados por fuertes ruidos, al igual que víctimas del progresivo desecamiento de nacimientos de agua, pozos comunales, múltiples agrietamientos de sus hogares y deslizamientos de tierra contínuos. Al profundizarse las aguas superficiales, empezaron los inconvenientes de las comunidades con esta compañía.

La dimensión del engaño, contra los campesinos, incluye frases como "nosotros vamos a ingresar a su predio una carga de Sismigel, que explota pero no explota". El sismigel es un explosivo de nivel 6 de riesgo, según información obtenida de la ficha técnica suministrada por la Industria Militar Colombiana, Indumil, en la ciudad de Sogamoso.

Para realizar su actividad, Maurel & Prom pagó a los habitantes de la zona, valores irrisorios por dejar pasar los cables de activación del explosivo, a través de sus predios, los cuales se vieron gravemente afectados.

Muchas viviendas de la región son elaboradas con adobe y tapia pisada, estructuras frágiles que colapsaron como consecuencia de las múltiples explosiones. Los afectados han recibido respuestas como el ofrecimiento, a manera de indemnización, de 80 mil pesos por cada vivienda dañada así como promesas de vacantes laborales para los habitantes de la zona.

Desde nuestro tejido organizativo, en defensa de la vida y el territorio local, denominado Colectivo por la Protección de la Provincia de Sugamuxi, en relación a la problemática de la exploración y explotación petrolera en la región, hemos establecido, recolectado información e inferido lo siguiente:

1. Esta afectación sísmica ha generado un impacto directo en el recurso hídrico que hace parte del rio chicamocha, afluente de agua que atraviesa gran parte del país y cuya cuenca esta afectando a uno de los municipios en cuestión, como lo es Pesca.

2. Como colectivo hemos registrado cuántos son los nacimientos de agua que han desaparecido, entre los que se encuentran 210 aljibes.

3. Inicialmente el territorio otorgado por el ANLA a la multinacional, para la exploración y explotación petrolera, fue de 35.000 hectáreas que se redujeron a 8.033 hectáreas, al hacerse efectivas algunas denuncias en un comunicado emitido por la Contraloría, el cual estableció que en esa zona no es posible hacer actividad petrolera por las “irreversibles afectaciones que se generan en el Lago de Tota y comunidades aledañas”. El perímetro actual ha sido alejado de la cuenca del lago. Sin embargo, la cuenca del río sigue siendo vulnerada al extenderse el impacto más allá de las comunidades rurales, llegando a afectar a los habitantes de la ciudad de Sogamoso, quienes consumen las aguas de esta zona de recarga hídrica.

4. Frente a este panorama, las comunidades decidieron organizarse para impedir la exploración petrolera en sus territorios. Desde diferentes organizaciones ambientales se hizo posible la realización de una Audiencia Pública donde se evidenciaron las afectaciones y denuncias puntuales de las comunidades sobre el tema hídrico, las remociones en masa y el desplazamiento. Esa información fue enviada al Ministerio de Medio Ambiente, la Procuraduría, la Contraloría, Corpo-Boyacá y la Agencia Nacional de Hidrocarburos. Sin embargo, hasta el momento, los pobladores no han obtenido respuesta o solución alguna.

5. Lo sucedido en la región ha servido de oportunidad perfecta para que personas inescrupulosas, algunas financiadas por agentes políticos locales, y la misma Maurel & Prom, hayan querido usufructuar el proceso de lucha ambiental para beneficio propio. Estos “falsos ambientalistas” han intentado tomar la vocería de las comunidades para frenar cualquier tentativa de la población por enfrentar a quienes actúan en contra de sus intereses, en este caso los organismos públicos cooptados por la multinacional.


Notas

[1] "La explotación en Boyacá es más grave que en Caño Cristales", entrevista a Oscar Vanegas. Periódico Entérese, octubre 23 de 2016.