El presente texto, realizado por Juan Camilo Lee Penagos, hace parte de la serie "reflexiones sobre un Nuevo Proyecto Político en Colombia", artículos que recogen el espíritu y contenido de los debates desarrollados en el Encuentro realizado los días 14 y 15 de enero en la ciudad de Cali, con un grupo de jóvenes y algunos colaboradores veteranos.
Por: Juan Camilo Lee Penagos / Democracia en la Red
Colombia, ese
particular país, esa bella esquina del mundo, esa abigarrada historia, ese
lugar de la hecatombe. Colombia, ese crisol de fauna, flora y humanidad, de
sufrimiento y esperanza. Colombia, ese territorio de ingenio y brillantez, de
maldad y corrupción. Colombia, ese claroscuro, está cambiando. Y depende de
nosotros, sus habitantes, sus tenaces habitantes, que su metamorfosis y su
evolución lleve a que la vida allí, en sus páramos, en sus playas, en su selva,
en sus ciudades, en sus montañas, le haga justicia al tamaño de nuestra
esperanza, que sorprendentemente aun palpita -y duro- en cada uno de nosotros.
Durante años,
décadas, centurias, nuestro territorio ha sufrido la inclemencia del egoísmo y
el terror de la impunidad. Pero en este momento de nuestra historia creemos que
es posible un cambio, creemos que es posible actuar para hacer de nuestro país
un lugar vivible para todos, no sólo para algunos. No sólo para aquellos que
con descaro y sevicia se nutren de la hambruna de los niños, no sólo para aquellos
que revitalizan su codicia enfermando a sus compatriotas, no sólo para aquellos
que siembran espanto en las tierras en donde antes crecían familias, no sólo
para aquellos que pavimentan su ansia de poder robando contratos y aceptando
sobornos, no sólo para aquellos que son doctos en profundizar la ignorancia de
la gente. Colombia puede ser vivible para todos sus habitantes.
Es, pues, con
la necesidad de que aquellos miserables abandonen los lugares de poder que
vienen ocupando desde hace tanto tiempo, y el deseo de que Colombia se sirva a sí
misma, que creemos que es necesario hacer algo. Ahora es el momento.
Enfrascados en la resolución de una guerra vieja, o en el intento infame de
continuarla, ellos están distraídos. Los habitantes de Colombia podemos
aprovecharnos de su torpeza actual y sacudirnos de una vez por todas el
aletargado peso muerto de su obstinación y su ceguera frente a lo que
necesitamos. Pero lo primero que necesitamos es, entonces, saber que es
posible: hagámoslo. Y es posible porque ya no necesitaremos explicar el país en
los términos que ellos han impuesto a través de sus canales, periódicos y
tweets, o en los términos de su violencia, porque toda esa mentira se está
cayendo frente a los ojos de todos nosotros. Sus engaños hacen agua.
No se trata
de intentar, por enésima vez, las viejas fórmulas. No. Se trata de sumar
esfuerzos, de lograr consensos, de articular procesos, de escuchar ideas: en
últimas, de re pensar el país y el mundo, desde una multiplicidad de miradas. Inventemos,
pues, las palabras para nombrar nuestro futuro. Diseñemos entre todos el mapa
de nuestros deseos. Despejemos mano a mano la ruta a seguir. Porque somos
capaces de fundar los cimientos de un proyecto que nos una, porque sólo unidos
podremos derrotar a aquellos que tienen a Colombia derrotada, porque unidos somos
más. Nuestro esfuerzo principal será construir una casa, un techo amplio que
nos proteja a todos de las inclemencias del mundo actual: hagámoslo.
No será
fácil, ni será rápido, ni se hará a través de las herramientas habituales. Tal vez, debamos incluso inventar las
herramientas, o utilizar las que apenas estamos aprendiendo a reconocer. Nuevas
formas de organización ecologista, la adaptación a nuestros días del
conocimiento ancestral, la indignación ignorada del ciudadano del común, las
luchas por la libertad de nuestros cuerpos, las propuestas de resistencia
social, los empresarios que quieren una Colombia digna, la lucha de los jóvenes
por una educación de calidad y gratuita, los políticos honestos que desde sus
distintas posturas quieran hacer una política decente: necesitaremos de todos,
los invitamos a todos: hagámoslo. Paso a paso. A través de cambios pequeños,
visibles, significativos.
Sabemos que
Colombia no está aislada y que sus problemas responden también a lo que sucede
en todo el globo. Y porque creemos que es necesario pensar el mundo para
entender a Colombia, y entender a Colombia para actuar en cada uno de nuestros
territorios, y actuar en cada uno de nuestros territorios para hacer de la vida
algo digno y precioso, también proponemos que nos proyectemos como un proyecto
político consciente del momento histórico de la humanidad: decimos no al
fundamentalismo religioso, no al consumo desaforado e irresponsable, no al
racismo, no al machismo, no a la explotación laboral, no a las políticas dogmáticas.
Porque
Colombia debe servirse a sí misma, porque unidos somos más: hagámoslo.
Y pensado que
es necesario aterrizar nuestras esperanzas y hacerlas posibles, planteamos las
siguientes propuestas concretas:
· * Organizar un
nuevo movimiento político cuya consigna sea la lucha contra la corrupción en un
sentido muy amplio: corrupto el que roba el erario público, el que perpetúa la
guerra, el que discrimina, el que es machista, el que quiere imponer sus
creencias, el que traiciona a la gente del común, el que explota la naturaleza
sin medida.
· * Defender el
Acuerdo de Paz con las Farc y el que posiblemente se de con el ELN como una
forma de dejar atrás a la vieja Colombia, sin necesidad de tomar partido por
ninguno de los bandos. Todo aquel que intente perpetuar la guerra es un
corrupto que deberá ser perseguido y juzgado. Porque no queremos más víctimas,
no permitiremos más victimarios.
· * Proponer un
encuentro de todo tipo de movimiento social que esté dispuesto a asumir una
nueva forma de hacer política, que esté dispuesto a compartir desde la
diversidad la propuesta de luchar por una Colombia que se sirva a sí misma.
Porque juntos somos más.
· * Rescatar el
conocimiento ancestral y lo que pueda aportar para que la política sea un
instrumento real y útil para mejorar la vida de todos los colombianos, de
maneras concretas, protegiendo a sus portadores actuales, respetando sus
territorios y reconociéndolos como actores políticos.
· * Luchar por
una educación pública gratuita y de calidad en todos los niveles de formación,
desde jardín infantil, hasta post doctorados.
· * Exigir una
salud pública de calidad y gratuita para todos los habitantes de Colombia.
· * Plantarse
duro frente a la precarización laboral y frente a la explotación indebida y
corrupta de la mano de obra de los trabajadores colombianos.
· * Fortalecer la
participación ciudadana y el empoderamiento de las organizaciones sociales, de
manera que los gobernantes aprendan a “mandar obedeciendo”.
· * Apoyar autónomamente
al candidato en las elecciones de 2018 que se plantee por fuera de la
polarización Santos-Uribe y que esgrima consecuentemente una bandera anti
corrupción y coherente con los planteamientos de este nuevo proyecto político.
Porque
ellos están distraídos con los entuertos que han venido forjando desde hace más
de 50 años, porque es hora de que Colombia se sirva a si misma, porque juntos
somos más:
Hagámoslo!
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